miércoles, 3 de junio de 2015

Opinión. Procesar o no procesar, esa es la cuestión.

Mientras creaba este blog tuve ciertos problemas con la elaboración de la cabecera del mismo. 
La verdad es que pidiendo opinión en algunos foros sobre el diseño y contenido que aquí podéis encontrar me di cuenta de que la mayoría se referían a la imagen que encabeza el blog ya que no tiene un diseño precisamente modélico. Se trata de una imagen sin demasiada edición y una tipografía de lo más sencilla. La razón es una y solo una: no uso ni sé usar Photoshop.
Al darme cuenta de ello pensé automáticamente que era un buen tema a exponer en alguna entrada. 
Hoy os vengo a hablar de la eterna lucha entre el procesar versus el no procesar. Y lo que es más importante aún: cómo procesar y dónde está el límite de cada cosa.
Es un debate denso con muchos aficionados en ambos bandos con razones y opiniones muy diversas.

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El hecho de procesar una imagen lo definimos como la acción de alterar parámetros de la misma partiendo del resultado que obtenemos directamente de la cámara con la finalidad de mejorarla o modificarla a nuestro gusto. De aquí cabe remarcar que estas modificaciones pueden ser en:
- Ajustes generales: que afectaran a toda la foto que hemos tomado. Por ejemplo cuando subimos la exposición por habernos pasado exponiendo o levantamos las sombras.
- Procesado por zonas: cuando los parámetros se ajustan de diferente modo e intensidad en cada una de las zonas del fotograma. Por ejemplo cuando subimos la saturación pero solo del cielo o aumentamos el contraste de la zona de interés; dejando el resto del fotograma intacto.

Como vemos con ambas definiciones podemos observar que no todo el procesado es igual y que los resultados de ambos pueden ser muy distintos. Pero antes vamos a hablar del procesar o no procesar.
Cogiendo la definición vemos que el procesado parte del "resultado que obtenemos de la cámara" y a partir de ese nosotros podemos o no procesar. Pues bien, aquí tenemos un problema y es que depende del formato en que trabajemos nuestros archivos ya saldrán procesados de la cámara. Es decir, si disparamos en JPG la cámara y su software ya tienen unos ajustes (modificables y distintos entre marcas y modelos) que modificaran la imagen que el sensor ha obtenido. Para los más puristas tener en la cámara una "NITIDEZ +2" ya se considera procesado, pero dejaremos ese punto de vista y pasemos a hablar de los que disparamos mayoritariamente en RAW. Pues bien, incluso los RAW vienen cocinados en algunas cámaras (Fujifilm suele reducir el ruido en RAW nos guste o no). 

El debate en mi enfoque personal viene dado por la intencionalidad del retoque: ¿queremos mejorar aspectos de una toma bien realizada o queremos ocultar errores de técnica?

Me refiero a que con la tecnología actual tenemos una ventaja (o un problema): los sensores cada día aguantan mejor el procesado y son más versátiles en cuanto a no mostrar ruido si subimos las sombras o si exponemos un paso nuestra fotografía original. Sí, todo parece muy positivo, pero cabe recordar que en muchas ocasiones eso nos lleva a que el camarero (o fotógrafo) puede olvidarse de las bases de la fotografía y disparar "de cualquier manera" con la seguridad de pensar : "esto ya lo arreglo yo en casa con el potoshó". Si bien es cierto que muchas veces he dado gracias a Dios (a los del Olympus en mi caso) por poder subir un poco las sombas o por exponer un poco más aquella foto que quise sacar a una ISO demasiado baja, pero eso no justifica que antes de disparar haya de ver qué histograma quedará de la escena que quiero inmortalizar y el procesado, al menos en mi caso, sea un salvavidas o un comodín y no la excusa para no repetir la foto.

En mi opinión es muy distinto querer aumentar la saturación de los colores o mejorar ligeramente el enfoque. Ambos parámetros pueden deberse a la interpretación que hace la lente de la realidad. No todos los objetivos sacan los mismos colores, o sufren de flares que laven la imagen, o les falte un poco de nitidez que con algo de procesado puede mejorar el resultado final.
Muchas veces me he visto obligado a disparar a máxima apertura por falta de luz o por querer aislar el sujeto, viendo que la nitidez en la imagen final se ve algo mermada. Considero, y repito que de forma personal y subjetiva, que subir un poco la nitidez para mejorar el resultado es lícito y aceptable.


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Luego pasamos al COMO procesar.

Antes de nada me gustaría remarcar algo que muchos desconocemos (o desconocíamos hasta hace pocos años): en fotografía química también se procesaba. Aquí un claro y maravilloso ejemplo de la artesanía y dedicación que conllevaba este proceso:

Una edición de Pablo Inirio de la agencia Magnum. Tenéis más ejemplos aquí.

Como podemos comprobar, la cosa no es nueva y ha llovido mucho desde que en los cuartos oscuros se procesaba de distinta forma las diferentes zonas de la fotografía. En algunas ocasiones, como en el ejemplo que tenemos justo encima, se pretendia aumentar las altas luces para aislar al sujeto y aumentar el centro de atención; en otras el proceso es aún más complejo. 

En la actualidad tenemos programas para retocar que se cuentan por cientos. De los más conocidos tenemos de la mano de Adobe tanto Lightroom como Photoshop. Las diferencias entre ambos no son pocas y deberíamos tener claros algunos conceptos:
- Lightroom: no es solo un programa de edición. Este programa se basa en tener un control de todo el flujo de trabajo del fotógrafo: desde importar imágenes para tener una biblioteca, así como editarlas, exportarlas y prepararlas para su impresión o proyección.
- Photoshop: en este caso pasamos directamente al procesado de imágenes como archivos individuales. Las fotos se escogen de cualquier carpeta y no hay una librería como tal. No nos sirve para organizar nuestras fotografías pero sí que cuenta con herramientas de edición que no tenemos en Lightroom como son la edición por capas
Cabe destacar que ambos guardan un archivo con los valores que hemos aplicado a nuestra fotografía original de modo que podemos guardar y mantener intacto el archivo original. En el caso de Lightroom el archivo es de toda nuestra biblioteca (un conjunto de fotos) mientras que en Photoshop genera un archivo por imagen editada. Es por eso que se considera que el procesado no es destructivo sino que siempre podemos partir del archivo original.

Como acabo de exponer, a nivel de edición, la mayor diferencia para mí es la inclusión de retoque por capas que nos ofrece Photoshop. Con esto no quiero decir que no se pueda editar por zonas en Lightroom puesto que sí que tenemos la opción de usar un pincel para parámetros locales, así como filtros degradados y circulares de los que soy poco partidario; dicho sea de paso.



La edición por capas es un arma de doble filo. Como bien he dicho al inicio de esta entrada, no uso ni sé usar Photoshop en profundidad. La razón es que no lo creo conveniente ni lo necesito para lo que hago a nivel de aficionado. Quiero decir que entiendo el uso que tiene Photoshop a nivel profesional y que las utilidades son muy diversas. Por ejemplo, en astrofotografía su uso es muy extendido para poder evitar cierto ruido que aparece en las altas ISOs usando capas para los distintos colores RGB del sensor. Pero en el otro extremo tenemos el uso más libre, anárquico y destructivo: los fotomontajes.


Con el uso de capas y la superposición de éstas podemos obtener una imagen final que poco o nada se parece a la original. Un resultado imposible de lograr sin software. Un producto que se aleja de lo que entiendo por fotografía porque ya no es captar el mundo en un sensor; es modificarlo, deformarlo e idealizarlo para tener algo que nunca veremos con nuestros ojos. Eso es lo que no creo que nunca necesite.

En mi humilde opinión deberían haber términos distintos para ambos procesados. He usado la palabra fotomontaje y en el ejemplo es evidente que se usaron tres fotografías distintas para dar ese resultado, pero en otros casos el resultado puede simular algo más natural y el observador no saber que se encuentra frente a un trabajo en el que el 90% de su tiempo ha sido invertido en alterar la imagen partiendo de un archivo RAW poco trabajado, con un histograma mal optimizado o sin usar filtros que ayuden a tomar una imagen que estamos buscando.

Con esto no quiero infravalorar a los expertos en Photoshop ni decir que no me parezca lícito. Quiero decir que debería ser campos distintos en todos los aspectos: a la hora de valorar una fotografía deberíamos ver de donde ha partido el autor y cuanto de ello es técnica y no tecnología.
Es por eso que con el tiempo en los concursos de mayor prestigio no se pide el JPG si no que se pide que se adjunte también el RAW original para ver qué tipo de procesado lleva la fotografía. Considero que es una buena manera de valorar al buen artesano, a quien sabe usar un conjunto de filtros para no quemar el cielo o polarizar el verde de las hojas en las que se refleja el sol.
Y cuando hablo de artesanía me viene a la cabeza José Benito Ruíz, con el que tanto he aprendido. Un artista que se dedica a tomar fotos espectaculares y se despreocupa del procesado tanto como le sea posible. Juega con filtros, con vaselina, con el vaho y nos sorprende.

viernes, 22 de mayo de 2015

Opinión. La fotografía y la tecnología.

Hoy quería opinar sobre cómo la tecnología ha influenciado en nuestra manera de hacer fotos, de procesarlas y de compartirlas. Este tipo de artículos abundará ya que un blog sin dar la opinión no es un blog. Así pues, lo que aquí expreso será un 80% opinión y por tanto solo un 20% verdad.

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Si hay algo que creo que ha mejorado enormemente en la fotografía con el paso del tiempo y con los avances tecnológicos no es la calidad de imagen o el ruido, más bien la accesibilidad a tener una cámara y poder hacer fotos. Creo que esto es un factor muy importante y que no a todos les sienta igual de bien. Vayamos por partes:
- Hace unos años, allá por el 2000 y poco, hubo un boom impresionante en cuanto a la fotografía digital en cámaras compactas y parecía que de una vez por todas quedaban relevadas las cámaras de carrete de usar y tirar por una nueva horda de compactas con un zoom cada vez más amplio y un sensor no demasiado grande. Eso fue un cambio duro. Las fotos ahora se podían borrar y no importaba sacar una ráfaga de 10 fotografías ya que en la tarjeta cabían 300. Sí, la diferencia con los 24 o 36 fotogramas de una cámara analógica era abismal. Y no solo eso, por fin nos olvidábamos de tener que elegir si el carrete era ISO 100 para la playita o ISO 800 para las fotos de la comunión de nuestro primo. En resumen, la fotografía se había vuelto asequible para todos, revelar fotografías ya no requería invertir dinero e ir al FotoPrix si no que se hacía en casa, gratuitamente y a nuestro antojo.
- Pocos años después empezaron a llegar las reflex "entry level", esas cámaras reflex que Canon y Nikon sacaron con un único objetivo: que el fotógrafo amateur / aficionado / entusiasta pudiera optar a tener una cámara con un sensor mayor al de las compactas y con un visor como el del fotógrafo de bodas. Este otro cambio también fue importante: la gente empezó a ver que las fotos que conseguía con su equipo no estaban muy lejanas a las que conseguía cuando contrataba un "book" en el estudio de su barrio. Real y desgraciadamente, en la mayoría de los casos eso no era más que un error. Se desvaloraba el trabajo de un fotógrafo con una formación a nivel de composición y control de luces para reducir el proceso de sacar una foto en ver lo bien que se ve si la amplias en tu ordenador y el desenfoque tan genial que consigues en la taza de café.

Ahora ya han pasado unos años e incluso el boom de las reflex nos queda ya lejos.
Yo mismo estuve a punto de comprar una reflex digital, aunque me conformé con una Nikon F65 y unos carretes Superia 200:

Revelado del primer carrete con la F65. Mi gata Arya como modelo.

Pero lo importante es que después del boom de esas cámaras "grandes y potentes" para que todos puedan "sacar fotos pro" de sus vacaciones, vinieron cambios más precipitados y apilados en el tiempo. Empezando por las cámaras sin espejo, que prescindian del visor óptico para reducir el tamaño del equipo manteniendo (o intentando mantener) la calidad de imagen.
Y no acaba aquí la cosa: ahora ya tenemos un repertorio de cuerpos y sistemas con miles de cristales.
¿Pero y si lo compartimos?
Al fin y al cabo la mitad de las fotos que se hacen tienen como único objetivo ser compartidas en redes sociales o informar de dónde y cómo estamos en ese momento.

EL WIFI

Menudo invento. Poner una antena WIFI y olvidarnos de sacar la tarjetita de la cámara para subirlas a Facebook. No, es mucho más que eso. Gracias a llevar un móvil o tablet con conexión a Internet nos permite prescindir completamente del ordenador. Y realmente no hace falta que nos pongamos a llorar por no tener WIFI en nuestra cámara, es tan fácil como comprar una SD con WIFI y empezar a disfrutar:


Tenemos en el mercado al menos tres opciones que nos vienen de la mano de Toshiba, EyeFi o Transcend. Todas ellas con sus respectivas aplicaciones móviles y sus pros y contras.
Todas ellas funcionan como punto de acceso WIFI que nuestro terminal reconocerá. Pondremos su contraseña y ya podremos bajar las fotografías para retocarlas y compartirlas. La única pega es, excepto en la EyeFi Pro, que solo podemos trabajar en JPG y que requiere que la cámara esté encendida durante el proceso de transmisión.

Ahora ya tenemos las fotos en el móvil o en la tablet pero a nadie le acaban de convencer los JPGs directos de la cámara y los filtros de Instagram no nos gustan ni soporta otro formato que no sea el 1:1 (cuadrado). No temáis, ya hay alternativas que os alegraran el día.

SOFTWARE DE PROCESADO

Aquí, si bien hay un mercado amplísimo, quisiera hablaros de las dos que más conozco y que he podido utilizar con unos resultados muy certeros.

VSCO CAM: Fue el primer programa que me bajé para hacer retoques rápidos en el móvil o iPad. La idea es que cuenta con unos filtros, la mayoría menos agresivos que en Instagram, a la vez que también tiene retoques generales como son la saturación, exposición, etc. Además cuenta como red social, ya que nuestras fotos una vez retocadas pueden ser compartidas en redes sociales pero también posteadas en nuestro "grid" de VSCO. La idea es buena y los presets me gustan. Algunos de ellos son gratuitos (suficientes para poder trabajar con ellos) aunque otros valen >3€. Recomiendo que si hay interés en ella os hagáis una cuenta porque puntualmente van regalando packs de presets que luego vuelven a estar de pago.
La cosa no acaba aquí. Como ventaja cabe destacar que puedes guardar en la nube las imágenes que vayas tomando, aparentemente sin límite de almacenamiento, aunque con una ligera compresión del archivo JPG. Y no solo eso, si no que puedes enviarte las fotos directamente del ordenador haciendo uso de su web. El enlace está un poco oculto: https://vsco.co/upload/


 Aquí podemos ver el efecto de dos filtros, por ejemplo.

Además, como hemos comentado, también cuenta con otros parámetros, como mejorar la nitidez.




SNAPSEED: Esta fue la segunda aplicación que me recomendaron y sinceramente es la que se lleva el primer puesto actualmente. Antes de pasar a lo bueno, comparándola con la anterior, cabe destacar que no cuenta con una biblioteca en la nube ni con una red social propia (esto no tiene porque ser una desventaja). Por otra parte cuenta con muchos puntos positivos. Primero de todo cabe destacar que tiene un menú mucho más desglosado:
Como veis, arriba tenemos ajustes clásicos. "Ajustar foto" nos permite trabajar con parámetros como exposición, sombras, temperatura... mientras que el resto son autodescriptivos. Mención especial a los retoques selectivos que son aplicados como un "pincel" en Lightroom o Photoshop permitiendo que hagamos retoques por zonas; eso sí, de forma poco precisa si trabajamos en un móvil.
Por otra parte, debajo tenemos otro menú de filtros bien diferenciado que merece especial atención.
Los filtros van más allá de cambiar nuestro histograma. Tenemos una herramienta para desenfoque selectivo, así como un modo automático de HDR (con diferentes actitudes para retratos y paisajes). Me gustaría, sobre todo, hablar del modo "B/N". Lejos de incluir filtros que aportan contraste, clave alta y clave baja, tiene un editor que simula filtros de color. Eso permite que cambiando los canales de color de nuestra imagen original consigamos un resultado muy diferente, usado antaño con filtros de colores para las lentes:

Misma fotografía con diferentes filtros de color y pasada a monocromo.

Esta característica, aunque incluida en Lightroom y otros programas de procesado, no es habitual verla en aplicaciones móviles y nos permite conseguir resultados muy distintos sin alterar el propio histograma de nuestra fotografía.
En resumidas cuentas, considero que Snapseed me da un control más estricto sobre lo que retoco. Me da la libertad entre elegir un filtro y un marco y acabar rápido el procesado o verdaderamente toquetear a fondo y moldear tanto como quiera el archivo original, que solo puede ser JPG. Además, para acabar de alegrarme la vista, todo el proceso de retoque va acompañado del histograma de modo que podemos ver como estamos actuando y si estamos derecheando y quedándonos sin altas luces.



LIGHTROOM MOBILE: No podía despedirme sin comentaros la versión móvil del conocido programa Lightroom. Es una aplicación que, desgraciadamente, va incluida dentro de Creative Cloud por lo que tenemos que pagar 12€/mes para poder disfrutarla. Si te dedicas a ello puede ser un precio aceptable pero para un aficionado lo veo algo disparatado. Recordad que Creative Cloud nos permite usar de forma legal tanto la versión de ordenador como la de móvil; esta última funciona únicamente sincronizando las fotografías de nuestras bibliotecas.

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Como podéis ver: con una cámara que tenga WIFI o NFC, o bien con una SD que posea esa misma conectividad; y haciendo uso de nuestro móvil o tablet habitual tenemos nuestro pequeño laboratorio fotográfico. A muchos no les servirá para hacer su procesado habitual, pero sí que puede ser incluido en nuestro flujo de trabajo y dar un enfoque más cotidiano a nuestra fotografía. Compartir más a menudo el mundo que vemos, sin necesidad de recurrir al móvil ni tener que esperar a llegar a casa, sincronizar el Lightroom y retocar pasadas horas desde que tomamos esa magnífica instantánea. 
Sin duda a mí me está interesando mucho y es una motivación para llevar siempre encima una cámara, a sabiendas que luego al sentarme un momento puedo compartirla en Facebook u otras redes sociales sin perder el efecto del tiempo real.

Está sonando: Indefensos de Nacho Vegas

domingo, 17 de mayo de 2015

Humor. Empezando a afotar.

Hoy pensaba qué sería lo siguiente que dejar aquí escrito.
Después de hablar sobre el equipo y sobre como elegir un objetivo más allá del zoom que viene con el kit, quería recordar un poco los primeros pasos en la fotografía y el cambio que, quien más quien menos, acaba sufriendo con el paso del tiempo.

Recuerdo perfectamente cuando recibí el primer cuerpo digital, regalo de mi pareja: una Olympus EPL-1 en negro con su objetivo 14-42mm kit.


En cuanto me llegó a las manos lo primero que hice fue encenderla, ponerla en modo manual, bajar la apertura al mínimo posible y enfocar lo más cercano que pudiera. Toma ya: que profundidad de campo, ya era un artista en potencia. Ese fue el modus operandi de muchas fotos: buscar un detalle interesante y aislarlo del fondo, componiendo siempre con la regla de los tercios, para que quedara claro que sabías lo que te hacías.

Magnífica composición y lietmotiv.

Pero pronto pasé al modo "postprocesador" profesional. Sabía que había software más allá del que te incluye la cámara y sabía que podía sacar mucho de esas fotografías. Obviamente me instalé Lightroom y pronto mi biblioteca aumentaba; al igual que aumentaba mi tiempo de procesado en relación al tiempo que tardaba en tomar las fotografías. A veces, incluso pensaba: "esta fotografía será buena cuando le haga este recorte, le elimine esto y le baje las altas luces que acabo de quemar".
Luego ya no bastaba con eso, había descubierto técnicas de procesado milenarias como el HDR. Tomando tres fotos mejoraría el rango dinámico y además saturaría tanto los colores que ni un cuadro impresionista podría igualarse a las escenas que había captado. Photomatix PRO era mi amigo.

Dice la leyenda que la temperatura no estaba subida y que la barra de saturación no llegaba al 100%

Luego abrí un Flickr. Ya había descubierto que si subía las fotografías a las redes sociales perdían mucha calidad al ser comprimidas y mis fotos tenían que ser guardadas en calidad suprema. 

Con las semanas miraba mi galería en Flickr y pensaba: el HDR no envejece bien. Siempre pensé que era hipócrita borrar las primeras fotos subidas, son tus orígenes y hay que respetarlos pero cuesta no darle al botón de eliminar.

Luego ves que tu objetivo, el humilde kitero, se te queda pequeño porque si haces una ampliación al 100% la nitidez no es la que debería, o al menos eso dicen los foros. Por eso buscas algo que posiblemente te cueste más que el conjunto inicial que has comprado para poder aprovechar al máximo el sensor de tu cámara.

Y sí lo aprovechas, con una focal fija eres el amo de la resolución siempre y cuando haya luz suficiente para mantener una ISO baja, porque la pobre EPL-1 tenía un sensor que se quejaba mucho en la oscuridad.

Finalmente ves que la nueva horneada de cámaras deja en ridículo a tu cámara antigua y necesitas ese sensor nuevo que además de contar con más megapíxeles tiene un aguante en ISOs altas que te hará fotografíar la Vía Láctea como los de la NASA.

Sí, esta es con la cámara nueva :)

Ahora ya tienes casi todo, pero ya no te llena lo de aislar una flor o la copa de cerveza que te tomas. Quieres aprender nuevas modalidades y lo que se lleva es el street. Sí, eso de salir a la calle, tomar fotos costumbristas de lo que pasa en la calle, sin que te vean, para que no posen, tomadas desde la cintura como si con una Lubitel 166 se tratara. El procesado no tenía lugar a duda: blanco y negro. A poder ser añadiendo un poco de grano, finito, pero grano.



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Hasta aquí todo es una gran exageración.
Sí que puedo aseguraros que todas las etapas han pasado por mí pero que no me arrepiento de ninguna de ellas. Acabas aprendiendo, y rectificar es el mejor resultado de nuestros primeros pasos con una cámara.
También quiero dejar claro que un HDR puede ser una técnica que bien usada mejore una escena de forma considerable y que el monocromo sigue pareciéndome el mejor procesado para muchos de los tipos de fotografía que realizo. El color me despista, se desvía la atención y no aporta mucho.

Street y monocromo siguen de la mano.
Está sonando: Hong Kong de Gorillaz.

viernes, 15 de mayo de 2015

Eligiendo la focal para un uso diario.

Esta vez tenía muchas ganas de hablar de mi objetivo favorito: el Panasonic 20mm f/1.7.
Aun así no quiero hablar concretamente de él si no del proceso de elección de una focal que nos sirva para el día a día, polivalente y cómoda.

Primero de todo existe un gran debate entre calzar a nuestra cámara un zoom o un objetivo de focal fija. Es un debate extenso y que tiene defensores pasionales en ambos bandos. En resumidas cuentas mientras que un zoom nos da versatilidad pudiendo elegir diferentes focales, el objetivo con focal fija nos restringe la focal a cambio de mejor resolución y, normalmente, un par de pasos más de luminosidad. Pienso volver en otro artículo a hablar de ello, pero en resumidas cuentas: la focal fija suele darnos unos mejores resultados (a veces difícilmente perceptibles) mientras que los zoom son más cómodos por no requerir ir cambiando de objetivo en diferentes situaciones (o no teniendo que caminar ni un par de metros para tomar esa foto que tenemos en mente).


A los meses de empezar a hacer fotografías a modo de hobby vi la necesidad de buscar un objetivo de focal fija. Digo necesidad, pero a veces en el mundo de la electrónica el GAS (gear adquisition syndrome) nos puede y la vena consumista aflora. En cualquier caso, las principales razones que me llevaron a tomar el paso fueron: más calidad + más luminosidad + menos tamaño.

Los pancakes.


En busca de mi objetivo y siguiendo la filosofía de "un tamaño reducido para poder llevar la cámara encima" me topé con los pancakes. Como podemos apreciar en la imagen el tamaño del 14mm de la izquierda es un tercio de la longitud del 25mm. Ambos son focales fijas pero su tamaño es muy distinto. El beneficio de los pancakes es que nos permiten (si el cuerpo ya es pequeño) añadir al conjunto una portabilidad comparable a una compacta, convirtiéndola en bolsillera (pocketable).
Si bien hace falta decir que el ejemplo anterior tiene su misterio. El 25mm tiene una luminosidad mayor (f/1.4) con lo que no sufriremos en tomas nocturnas ni si queremos reducir la profundidad de campo a nuestro antojo. Por otro lado, el 14mm se conforma con una f/ de 2.5. Una apertura más que suficiente si el uso que le vamos a dar es la foto de paisaje. Cabe destacar que el tamaño es reducidísimo y para escalarlo os dejo unas galletas Oreo:



Podríamos llegar a pensar que los pancakes no pueden ser tan luminosos por su reducido tamaño, pero la joya de la corona nos muestra que eso no es así:

Aquí tenemos el Panasonic 20mm f/1.7

Como podemos apreciar en las imagenes anteriores nos encontramos con un objetivo solo ligeramente más alto y ancho que el 14mm pero con una luminosidad a solo medio paso de luz del 25mm que veíamos un poco más arriba.

Una distancia focal "normal".

Pero no solo quería un objetivo pequeño y luminoso. No podía dejar de lado lo más importante en un objetivo: su distancia focal. La distancia focal es, de forma práctica, el ángulo de visión que nos va a proporcionar una lente y viene condicionada por la distancia entre ésta y el sensor. De este modo una focal gran angular será menor (28mm en sensores full frame) que un teleobjetivo (75mm).


Así bien, cabe recordar que para comparar focales entre diferentes tamaños de sensor hay que multiplicar un factor de conversión: como que el sensor cuatro tercios es la mitad que el full frame un 20mm en mi cámara corresponde a un 40mm en una cámara de sensor de tamaño completo.

¿Y qué opciones barajamos a la hora de elegir un objetivo para uso diario?
Pues hay un repertorio muy amplio y cada uno tiene sus pros y contras.
En el sistema micro4tercios tenemos focales fijas que van desde los 14mm a los 25mm sin demasiadas diferencias de tamaño. Pero no todos tienen las mismas funciones en el día a día.

¿Por qué no coger el más angular, que abarca un mayor ángulo de visión, y acercarnos al sujeto o composición que nos interesa?
Buena idea, siempre es mejor coger un angular que un objetivo que abarque tan poco ángulo de visión que nunca nos entre el encuadre que deseamos. Es una situación muy habitual en fotografías de interior, donde el espacio es reducido y no podemos componer lo que nos gustaría si usamos objetivos poco angulares.
Pero hay otro factor a tener cuenta: la deformidad.
Dependiendo de la focal y de la distancia entre el objetivo y el sujeto, veremos que en el caso de los retratos las caras se deforman en las focales más angulares:



Los dos estándards más extendidos para focales "normales" en full frame son el 35mm i el 50mm.
En un par de videos vemos como Kai de DigitalRev nos muestra las principales diferencias:


En mi caso veía que ambos me gustaban, pero no podía permitirme adquirir un 35mm y un 50mm así que acabé optando por un 20mm (que convirtiéndolo a focal en sensor full frame son unos perfectos 40mm).
Es una elección completamente personal y subjetiva ya que la deformación entre 35mm y 50mm no es demasiado pronunciada. Suelen ser más evidentes en 24mm o inferiores. 
Mi razón principal era la naturalidad del encuadre a esa focal.
Y eso merece ser tratado con calma, sobre todo si alguno de vosotros está pensando en comprar un objetivo fijo con el que tirar, como en mi caso, el 90% de las fotos que realizo.
Cada uno de nosotros cuando vemos el mundo y pensamos en una foto delante de una escena, con el tiempo, lo hacemos teniendo en mente un encuadre acorde a un ángulo de visión. Un factor importante a tener en cuenta es que frente a una escena (vamos a poner por ejemplo un grupo musical que toca en las ramblas) al ponernos la cámara frente a los ojos tengamos el encuadre que pensábamos (sin coartarle las piernas a los componentes del grupo o ver que la composición nos queda vacía por un exceso de ángulo de visión). En resumidas cuentas, todos tenemos una focal que se adecua a la forma que percibimos el mundo que observamos. Estas focales suelen coincidir con las focales antes nombradas: el 35mm y el 50mm. Algunas fuentes informan que nuestra visión central abarca el mismo ángulo que un 43mm. 
Esto me lleva a contar que en el pasado tuve un 17mm (35mm equivalentes) y notaba que todas mis fotos al encuadrarlas tenían unos ángulos de más y no me sentía cómodo. Siempre tenía que acercarme a la foto y aveces mientras te acercas ya has perdido el momento. 
No tardé en venderlo y decantarme por el 20mm. Con el nuevo objetivo notaba que al llevarme el visor al ojo los encuadres se correspondían con lo que tenía en mente y además, al tener una distancia focal algo mayor y una distancia de enfoque realmente corta me permitía obtener unos desenfoques que me encantan.

Fotografías de muestra:

Está sonando: Shadowplay por The Killers.

jueves, 14 de mayo de 2015

Micro cuatro tercios. El porqué de mi equipo.

Como no podía ser de otra manera el primer paso lógico es hablar del material con el que hago mis fotografías.
Si bien la cámara solo procesa lo que un buen fotógrafo ha sabido ver, encontrar y componer; cabe tomarse unos minutos explicando qué cuerpo uso y porqué lo uso.

Cuando me planteé empezar a hacer fotografía, después de una pequeña incursión en el mundo de las cámaras analógicas, tuve muchas dudas al ver el amplio abanico de cuerpos y sistemas que hay en el mercado.
El problema no era la variedad, si no saber qué las diferenciaba y a qué necesidades respondían cada uno de los sistemas.

Ante todo mi idea era clara: quería un cuerpo contenido, algo que pudiera llevar encima y que fuera poco más voluminoso que mi Olympus XA.


Como se puede apreciar, nos encontramos frente a una "rangefinder" o telemétrica.
Es un tipo de cámara que, lejos de las réflex que tienen un espejo frente al visor, tienen un tamaño contenido perfecto para ser llevadas encima en cualquier situación.

Decidido descubrí que dentro de las cámaras "pequeñas" había una gran gama de sistemas, con sus diferentes monturas y pertinentes objetivos.
Cada sistema, a su vez, tenía un tamaño de sensor distinto y aquí vale la pena hacer una profunda reflexión acerca de los tamaños.

EL TAMAÑO IMPORTA, PERO NO TANTO.
- Sergi Nuñez Sevillano.                 

Como veis en este pequeño esquema la variedad de tamaños es abrumadora.
Partamos de la base que 35mm corresponden a un negativo de las antiguas cámaras de carrete.
A partir de ahí os indico directamente que "Four Thirds" o cuatro tercios es la mitad de área efectiva.


¿Pero por qué no cogiste uno mayor?
Bien, aquí las razones son varias y tienen su explicación.
Primeramente, los sensores mayores suelen ir en cuerpos mayores que a su vez requieren objetivos de diámetros mayores para cubrir el sensor que tienen detrás.
Y digo suelen porque la Sony RX1 es un ejemplo de un sensor full frame de cuerpo diminuto.


Aunque esto no pretenda ser un tutorial introductorio a la fotografía digital, merece la pena recordar que el tamaño del sensor tiene relación con la señal del ruido así como la profundidad de campo.
A nivel de ruido, cuando decidí empezar en esto me di cuenta de que pocas veces necesitaría hacer uso de ISOs altas y que un sensor del tamaño que poseo (cuatro tercios) sería suficiente.

No son pocas las comparativas de niveles de ruido entre distintos cuerpos con sensores de diferentes tamaños y realmente los avances tecnológicos hacen que incluso sensores más pequeños como el mío permitan que trabajemos con sensibilidades hasta 3200 ISO sin mayores problemas.

Otro aspecto que hacía aumentar el cuerpo de la cámara era el visor.
Si bien un visor óptico que a través de un prisma nos permita ver la toma a través del objetivo suele requerir un volumen considerable a nuestra cámara, hay otras opciones.
Tenemos la opción de prescindir de visor o bien usar uno electrónico.
Yo decidí quedarme con ambas.

Así que me vi enamorado de las cámaras sin espejo con sensor cuatro tercios.


En resumidas cuentas es un sistema que nos trae Olympus y Panasonic.
Cuenta con un sensor cuatro tercios y nos ofrece un abanico de cuerpos con y sin visor electrónico.
Actualmente mi cámara principal es una Olympus EM-5 que compagino con una EPL-5 cuando quiero prescindir de visor.



Está sonando: Monday de Ludovico Einaudi.

Empezando el viaje.


Bienvenidos a mi pequeño blog.

Hace mucho que deseaba escribir sobre fotografía pero hasta ahora no había dado el paso.
Quienes me conocéis sabéis lo mucho que disfruto saliendo a hacer fotografías y, por otra parte, lo mucho que disfruto cacharreando y analizando la vertiente más tecnológica y mecánica de la fotografía digital.
Es por ambas cosas que hoy abro este blog: porque me gustaría compartir fotografías así como analizar, discutir y opinar sobre todo tipo de material fotográfico.


En mi declaración de intenciones quisiera dejar claro que no todo seran fotografías o series fotográficas, también habrá espacio para analizar objetivos, cuerpos de cámaras, incluso software de procesado.
La idea es tener un espacio que sea bidireccional. Donde quien haya leído lo que aquí se expone sienta libertad y comodidad de dejar su opinión con plena seguridad de recibir una respuesta.


Sin más dilaciones cierro esta entrada pensando ya en la segunda.

Está sonando: Aqueous Transmission de Incubus